Viajar a Panamá para muchos colombianos se ha convertido en una muy buena opción, sobre todo porque en ocasiones, gracias a los precios de los tiquetes, es más económico ir a este país que visitar otras regiones de Colombia. Además porque gracias a lo angosto de su territorio, en cuestión de un par de horas se puede pasar del océano pacífico al mar Caribe.
Aprovechando una invitación de Air Panamá, una aerolínea que opera la ruta directa Medellín – Panamá e incluso viaja desde Armenia, mi esposa y yo abordamos nuestro primer vuelo internacional en el José María Córdova en el que llegaríamos al aeropuerto de Albrook, también conocido como Marcos A. Gelabert. Aterrizar tiene grandes ventajas, ya que se encuentra en plena ciudad de Panamá, junto a uno de los malls más grandes de Latino América, al terminal de transporte terrestre y a una de las estaciones del metro.
Minutos después de nuestro arribo, sobre las 11 de la mañana, nos recogió Manuel Sugasty, un panameño que ofrece sus servicios como guía turístico. Inicialmente realizamos un recorrido corto por la ciudad y cerca de las 2 de la tarde llegamos al Mercado de Mariscos, un lugar bastante popular, muy concurrido a la hora del almuerzo y al que decenas de turistas llegan a disfrutar de una cerveza bien fría mientras se relajan observando el pacífico.
Tras un ceviche y un pescado frito, el plan ideal es recorrer la Cinta Costera, una obra de unos 4 kms por la que turistas y locales caminan tranquilamente junto al mar, en medio de parques y zonas verdes, y desde donde se pueden divisar el Palacio Presidencial, así como las enormes y modernas construcciones que abundan en Ciudad de Panamá y dentro de las que sobresale el lujoso hotel del polémico Donald Trump.
Para aprovechar la tarde decidimos visitar las esclusas de Miraflores, uno de los tres centros de visitantes del Canal de Panamá, por donde transitan al día entre 24 y 30 barcos cargados con millones de dólares en productos y mercancías de todo tipo, los cuales deben pagar en promedio la suma de 100.000 dólares a su paso.
El ingreso para extranjeros en Miraflores tiene un costo de 15 dólares e incluye el acceso al museo, donde se cuenta todo el proceso de construcción del canal. Hasta estos centros llegan diariamente miles de viajeros, de todas partes del mundo, ya sea para sacarse una selfie, tomar una foto del canal o simplemente para pararse en las terrazas a contemplar una de las obras de ingeniería más populares del mundo.
Finalizado nuestro recorrido del día, llegamos hasta el Continental Casino & Hotel, lugar en el que pasaríamos dos noches por solo 100 dólares, gracias a una promoción que encontramos en www.viajesyhoteles.com.co.
A la hora de desayunar, si no está en incluido en la tarifa del alojamiento, en Panamá es bastante difícil encontrar un lugar para hacerlo. Salimos del Continental cerca de las 8 am para aprovechar el tiempo y luego de caminar cerca de 20 minutos por los alrededores, decidimos ir a buscar algo de comer en el casco antiguo, pero la suerte no estaba de nuestro lado. Todo estaba cerrado y no abrían sino hasta las 10 de la mañana.
En nuestra búsqueda logramos recorrer gran parte del muy bien conservado Casco Antiguo. Visitamos algunos lugares como la Basílica Metropolitana, las ruinas de la iglesia de Santo Domingo, la Plaza del Gallo o Plaza de Francia, la Plaza de Bolívar e incluso llegamos hasta la puerta del Palacio de las Garzas o Presidencial, cuya construcción actual finalizó en 1922 y que además sirve de residencia al primer mandatario de los panameños.
Cerca de las 10 tomamos carretera rumbo a Portobelo, una población llena de historia, ya que hasta allí llegaban, a lomo de mula, todos los cargamentos de oro provenientes principalmente de Perú, para ser enviados a España.
Entre Ciudad de Panamá y este poblado hay cerca de 125 kms y en su mayoría hacen parte de un parque nacional, razón por la que es posible apreciar diferentes animales en la vía, desde monos aulladores negros hasta cocodrilos.
Ya en Portobelo se pueden recorrer algunos vestigios de lo que fueron las murallas en las que aún se conservan los cañones que se utilizaban en defensa del territorio. Otro sitio importante es el templo del Cristo Negro, considerado el santo de la salsa gracias a las visitas recibidas por parte de reconocidos cantantes como Ismael Rivera, Celia Cruz, Cheo Feliciano y Gilberto Santa Rosa, entre otros.
Unos pocos kilómetros más adelante llegamos a La Guaira, un puerto desde el que zarpamos en lancha hasta Isla Grande, a cinco minutos, donde aprovechamos para almorzar y pasar la tarde en aguas del mar Caribe. Además de tomar el sol y relajarse, en este istmo también es posible practicar el surf.
De regreso en el hotel, nos alistamos para salir a comer y de paso visitar Multicentro, uno de los centros comerciales que nos habían recomendado y que se encuentra ubicado frente al Hard Rock Hotel. Además de un buen número de marcas exclusivas, se encuentra Conway, una gran tienda por departamentos en las que se pueden encontrar lociones y accesorios a precios muy rebajados.
Al día siguiente, aprovechando que nuestro vuelo saldría del aeropuerto de Albrook y a que no teníamos mucho equipaje, tomamos el metro en la estación Iglesia del Carmen para llegar al mall, una enorme construcción que alberga más de 700 tiendas de todo tipo y cerca de 100 restaurantes, y del que nos habían hablado muy bien los funcionarios de Air Panamá.
Algunas de las marcas que se pueden encontrar en el lugar son Panama Hat, Calvin Klein, Converse, Oscar De La Renta, Puma, Lacoste, Tommy Hilfiger, Sckechers y Reebok, todas a muy buenos precios, incluso en una época en la que el cambio del dólar a pesos colombianos no ayuda mucho.
Es tan buena y tan variada la oferta, que muchos colombianos aprovechan el vuelo matutino de Air Panama para viajar hasta allí, hacer sus compras y regresar a Medellín en el vuelo de las 7 de la noche.